El crecimiento de los huesos largos (fémur, tibia y peroné, húmero, cúbito y radio) tiene lugar en el cartílago de crecimiento, entre la epífisis y la diáfisis del hueso.
La epífisis
es el extremo del hueso que forma un lado de la articulación.
La diáfisis
es la parte tubular del hueso.
La epífisis está apenas osificada al nacer y la diáfisis sólo un poco más. La zona de unión entre estas dos partes es la zona de crecimiento, de unos pocos milímetros de grosor, con una forma más o menos circular.
Esta zona tiene dos lados: uno hacia la epífisis y otro hacia la diáfisis. Es este último el que produce hueso.
El cartílago epifisario en este nivel se transforma progresivamente: las células aumentan de tamaño, luego se alinean en columnas. Después, son invadidas por vasos capilares, se calcifican y finalmente se osifican.
Esta zona es relativamente frágil y muchos traumatismos en los niños se manifiestan como un «desprendimiento epifisario», pero como esta zona es extremadamente activa, la reparación también es muy rápida.
Así, el hueso crece en longitud en la unión de estas dos zonas (una en cada extremo), pero también crece en grosor mediante un mecanismo diferente de aposición periférica y reabsorción interna, un mecanismo que permite una cierta corrección espontánea de deformaciones, como por ejemplo después de fracturas.
El crecimiento no ocurre de forma idéntica en cada extremo y en cada hueso. El crecimiento es muy activo cerca de la rodilla y lejos del codo. El extremo inferior del fémur proporciona el 70% y el extremo superior del húmero el 80% de la longitud del hueso.
El defecto de osificación en la encondromatosis de Ollier se localiza en algún punto de la placa epifisaria, en la zona donde las células cartilaginosas se diferencian para luego calcificarse y osificarse. Una afección a nivel del codo (una región de crecimiento moderadamente activo) probablemente será menos severa que una lesión en el extremo superior del húmero o en el extremo inferior del fémur.
Los tres esquemas de un fémur en crecimiento muestran esta actividad desigual en ambos extremos, lo que puede demostrarse experimentalmente en animales fijando dos marcadores en el hueso; estos no se separan durante el crecimiento, pero se observa que la cantidad de hueso formado no es la misma en ambos extremos.